Aquellos Años (2015–2019) … Soy migrante en tierras ecuatorianas



Drama de la vida de un país, que creyó en la propuesta de un gobernante
¡Les contaré una historia (1)!

La vida de un país es un escenario. Tú abres el telón y ves los dramas, las luchas, los conflictos y los estratos sociales diferentes en la búsqueda incesante de una mejor calidad de vida. Gente que sueña, anhela y trabaja para encontrar un lugar al sol o un nuevo amanecer. Muchos nacen, envejecen y mueren sin llegar a obtener lo que habían deseado. Algunos no saben ni siquiera de dónde vienen y hacia dónde van. Otros, después de caminar un largo camino escabroso, finalmente encuentran un líder con pasión que les da sentido a su existencia, prometiendo lo que no puede a cumplir. ¡Que suba el telón!
Ese es el país, dónde Juan Pueblo vivía, digamos, más o menos bien, no les faltaba nada o casi nada, hasta que llegó un profeta (llamarlo profeta del desastre será poco), y prometió cosas, y toda la gente común le creyó.
Este país, está ubicado al norte del sur, en las riberas del Mar Caribe, país rico pero pobre, porque toda su riqueza fue dilapidada por gobernantes corruptos e incapaces.
Aquí, en este país, dónde la pobreza alcanza cifras exponenciales, comienza una historia de una propuesta de un presidente, ¿Queremos acabar con la pobreza? Demos poder a los pobres. En apoyo a la propuesta de otro presidente corrupto, hoy preso en su país: “Hambre Cero”. Naciones Unidas, septiembre de 2004. Reunión de Jefes de Estado.
-     Juan Pueblo, se preguntaba, qué pasó con “La Iniciativa de Acción contra el Hambre y la Pobreza” presentada a comienzos del año 2004, merece el apoyo de todos decían, pues deseamos un mundo mejor y creemos que es posible alcanzarlo.
Lógicamente, el - presidente en su discurso decía “Cualquier acción como esta, que contribuya a mejorar la vida de los que padecen hambre y se debaten en la pobreza, tiene el reconocimiento y es compartida por los que sentimos la angustia de comprobar cuán injusto e irracional es el orden económico y social que engendra tales realidades, y la urgencia de transformarlo para eliminar el hambre y la pobreza, y aún más, las causas que las provocan”.
-     Juan Pueblo, al oír aquellas palabras, se sintió emocionado y comprometido, para que se cumpliera aquello que se hablaba allí.
-     El presidente continuó, “Es una buena iniciativa que – si se convierte en realidad – mejoraría la triste suerte de un número de pobres y hambrientos, y por tanto, cuenta con el apoyo y la simpatía de toda persona sensible.
El pueblo buscaba en sus gobernantes de turno, que se cumplieran esas benditas palabras, no más pobreza, no más hambre, eso retumbaba en los oídos de Juan Pueblo.
-     El presidente emocionado seguía, “Necesitamos erradicar el hambre y la pobreza. La humanidad tiene los recursos para hacerlo y no podemos conformarnos con mitigar estos males, aunque hacerlo significaría mejorar un tanto la situación que ahora existe”.
-     Juan Pueblo se preguntaba, ¿Pero nosotros somos un país rico, tenemos los recursos, podemos hacerlo? La realidad sería otra a futuro, y los pobres serían usados en su política.
Asesores del presidente hablaban, el piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, “Los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así”, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanzas.
-     Y Juan Pueblo se comenzó a preocupar, que es eso de transformación cultural, que lavativa es esa de mantenernos pobres y con esperanzas. Mientras ellos, gozan de las prebendas que da el poder. Carajo, después de tanto confiar, con esto nos pagan.
-     El presidente y su discurso vibraba, “Transformar el orden que fabrica pobres y hambrientos”. El hambre y la pobreza son los resultados más lacerantes del orden económico mundial impuestos por la globalización neoliberal. Transformar ese orden que fabrica pobres y hambrientos es la acción más efectiva que pudiéramos hacer.
Los discursos son bonitos, las palabras se las lleva el viento así estén escritas, si todo esto era verdad, cómo es posible que Juan Pueblo no tiene que comer. El último recurso que le queda es comer de la basura para no morir de hambre.
 - Y el discurso del presidente emocionado, “Si la iniciativa fuera aceptada por los que dominan el orden económico mundial y se benefician de él, algunas decenas de miles de millones de dólares adicionales podrían destinarse a tratar de paliar el rotundo incumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.
 - Caracha negro, exclamo Juan Pueblo, pero nosotros como país podemos resolver el hambre internamente, somos un país rico con recursos extraordinarios, y entonces dónde están los reales. Aquí como que alguien se ésta robando el dinero del pueblo, por eso nos quieren pobres.
 - Y el discurso seguía, “Sin embargo, no es suficiente. Habríamos dado un paso hacia adelante, pero la distancia por recorrer aún sería muy larga y la meta a lograr – un mundo sin hambrientos ni pobres – solo podría alcanzarse con otro orden económico y social radicalmente diferente al actual”.
 - Vergación, exclamo Juan Pueblo, orden económico y social diferente al actual, no lo entiendo, ahora, actualmente, estamos más jodidos que antes, más pobres, más hambrientos y lo más grave, muchos de nosotros se van del pueblo buscando una mejor vida.
 - Ya finalizando, la primera parte del discurso, habló, “Poder para los pobres”. Si los pobres no participan en las decisiones que modelan la vida social, si no son elementos activos en la lucha contra la pobreza, si no existe un poder político que con firmeza haga de los pobres y del combate a la pobreza el centro de sus acciones, si no son los pobres parte importante del poder político ellos mismos; los recursos financieros podrán ser paliativos, pero nunca serán soluciones.
 - Juan Pueblo, ya de mal humor, exclamó: el presidente como que nos está echando una “” quieren que les cuente un cuento del gallo pelón”, carajo las propuestas de dar “Poder para los pobres”, quedó estrangulada cuando se crearon los “Consejos Comunales”.
Existe un gran contraste, entre el país que Juan Pueblo conoció, un país opulento, que hacía alarde de su riqueza al punto de financiar una revolución, y la ruina posterior como única conquista de tan nombrada revolución.
-     Juan Pueblo, con la amargura que sentía, de haber apoyado a ese profeta, comentó: los “Consejos Comunales” fueron creados como instancias de cooperación a la planificación, evaluación y control de políticas públicas municipales y de las alcaldías, de pronto pasaron a ser espacios para la gestión de programas, proyectos y recursos monetarios para las comunidades, en ruptura con los mismos municipios a donde territorialmente están adscritos, y en viva dependencia con los órganos del ejecutivo nacional.
Toda esta organización local nos llegó bruscamente, decía Juan Pueblo, no estábamos preparados para estos esquemas y conceptos, lo cual creo serios problemas de identificación, porque la ley decía una cosa en cuanto a la organización consejal local, le vienen otras un tanto extrañas y distintas a lo que es la vida cotidiana comunitaria, conformando una cadena de problemas, que van desde el poder desde arriba hasta la corrupción.
-     Y adelante el presidente, para finalizar su discurso habla “Con unidad también se combate la pobreza”. Cuando hablamos de exclusión social, hambre y pobreza, nos referimos a tres males que conocen por igual todos nuestros pueblos de América. Todavía, en pleno siglo 21, como nos advierte ese gran humanista latinoamericano que es Frei Betto, mucha gente piensa que son tres las causas principales de muerte en el mundo: la guerra, el terrorismo y el sida. ¡No es para nada verdad! Lo que más mata, según estadísticas bien disimuladas en el Primer Mundo, es la pobreza: 842 millones de seres humanos viven en situación de desnutrición crónica, y una cifra dramática advierte que diariamente mueren en el mundo 30.000 niños, por enfermedades curables, con edades que oscilan entre los cero y cinco años. Pero son muertes anónimas, nadie las llora, pocos se indignan, no hay monumentos con sus nombres.
-      - Que arrechera, no puedo más, exclamo Juan Pueblo, el profeta del desastre nos dibujó como sería el país del futuro, un país donde el atraso, el abandono y la pobreza se mezclan en cada rincón de sus calles solitarias.
-      - Juan Pueblo, ya con lágrimas en los ojos, como es posible que nos hayan prometido tanto y nos hayan dado tan poco. Hablar de ideas y de experiencias, todas fracasadas, ofrecer la voluntad, el honor y el empeño, y hacer realidad lo que un día nuestro libertador exclamo: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que le proporciona a su pueblo la mayor suma de estabilidad política, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de felicidad posible”.
-      - Juan Pueblo se despidió, mi país muere, no tiene dolientes y lo que es más triste que nuestros niños mueren por falta de comida y medicinas. Y la gente se va, buscando una mejor vida, yo seguiré aquí hasta que el cuerpo aguante. ¡Que baje el telón!
Pensamiento
“La diferencia radica en que hoy todo puede ser fotografiado. Ninguna miseria puede ocultarse, todas son públicas. Sin embargo, este hecho significa que nos acostumbramos mejor a ellas”. (Elías Canetti).
Blog Hoja 096









Comentarios

  1. Pero ha surgido una esperanza...Dios nos va a tender la mano
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    Profe, le cuento que tengo ya dos semanas en el sur de Brasil tramitando mi residencia en dicho país. Así que más que nunca no podemos perder el contacto.

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