Aquellos Años (1977-1980)…mi trabajo en el Banco Latino en Guanarito (I)

Guanarito, es un espacio importante de los llanos occidentales, ubicado al sur sureste de la ciudad de Guanare. Aun cuando existían problemas de drenaje superficial, especialmente en el extremo más septentrional, presentaba un conjunto de características edáficas y topográficas que permitían pronosticar la posibilidad de lograr un desarrollo similar al de Turén. Guanarito se encuentra a una distancia aproximada de la ciudad de Guanare de 80 Km; el tiempo de viaje 1 hora y 15 minutos; en la ruta nos encontrábamos localidades como Papelón, La Soledad y El Viento. Muy a menudo andaba transitando este recorrido, visitando y haciendo inspecciones de nuevos créditos agrícolas.
Por su clima benigno y su llana topografía, hacían de Guanarito una zona de cría con porvenir en la economía pecuaria del país, independientemente que en la zona se cultivaba sorgo granero y arroz.
Los pastos naturales de esta espléndida llanura están constituidos por gran variedad de plantas nutritivas, entre las cuales merece especial mención “el gamelotillo” (Paspalum plicatulum), la “lambedora” (Leersia hexandra), la “bermuda” (Cynodon dactylon), el “Jeguey” (Sporobolus indicus), diversas gramíneas del género paspalum e innumerables leguminosas autóctonas, especialmente del género “Desmodium”. Observe algunos potreros cultivados con pasto Yaraguá (Hiparrhenia rufa). Observe también grandes esteros, regiones bajas que se inundan durante el invierno y que luego, a medida que se va retirando las aguas, van dando pastos tiernos de gran valor nutritivo tanto para bovinos como para equinos. Al retirarse las aguas, surge de esta tierra una rica vegetación gramínea entre las que predominan la “lambedora”, el pasto “carretero”, y la “paja de agua”.
En el Llano el sol y el calor son fuertes, pero perfectamente tolerables, gracias a la fresca brisa del Nordeste que hace llevaderas las faenas del campo. Las noches suelen ser frescas en la mayoría de los meses del año. Guanarito tenía condiciones naturales para la cría de ganado, espero esto haya sido aprovechado. Se esperaba la transformación de las sabanas en ricos potreros con pasturas cultivadas, dotación de buenas cercas con potreros más pequeños, instalaciones para el manejo del ganado, romanas (basculas) para el pesaje del ganado. Las buenas vías de comunicación y la proximidad a los mercados hacían de Guanarito una zona para el engorde de ganado.
Pero, para ir a Guanarito, tenía que pasar obligatoriamente por Guanare; el Lic. Hernández Gerente de la Agencia del Banco en Acarigua me había dado la lista de los clientes que estaban solicitando “Pignoración de Ganado” que no es otra cosa que prenda sobre los animales. Entre los clientes, figuraba un tal José La Riva Contreras, tenía que ubicar en Guanare un sobrino de él de apellido La Riva que sería el que me atendería en la finca. Finca “El Rocío” a orillas del río  “La Portuguesa”. Y bien, tuve la oportunidad de conocer a una persona, con una historia interesante. La Riva, el sobrino, era Perito Agropecuario, estando trabajando en Maracaibo se enamoró de una chica goajira que resulto siendo una “Princesa Goajira”. Me conto los pormenores del noviazgo, ella era una estudiante de bachillerato, último año; logró que los familiares lo aceptaran, después vino la boda, la dote, etc., ustedes saben cómo es la ley goajira para proteger a sus mujeres. Cuando lo conocí ya tenía varios hijos, pero había algo interesante en la vida de ellos, periódicamente venían tres o cuatro goajiras a ver como estaba ella, si la trataban bien, etc., dormían en el patio y hacían su comida, duraban una semana y se regresaban a su destino; no causaban molestia para nada. En el transcurrir del tiempo también conocería al Dr. José La Riva Contreras, lo visitaba en su clínica y entablamos cierta amistad.
Antes de continuar, voy a detenerme un momento…como dice el Dr. Lair Ribeiro “todos somos viajeros en el tiempo”. Mi memoria me trae lindos recuerdos del pasado, como por ejemplo haber conocido al Dr. José La Riva Contreras, autor de “Pasillaneando”. Era verano de 1971, San Miguel de Tucumán, estaba estudiando, preparando para presentar unos exámenes, teníamos “Mesa Examinadora” en marzo de ese año; en esos momentos llegó de Venezuela un compañero que estudiaba allí, traía unas botellas de ron y un disco de 45 r.p.m., una de las canciones era “Pasillaneando”. Al oír aquella melodía, yo tenía varios años fuera de mi país, lloré y no pude seguir estudiando, el ron se apoderó de nosotros. Quién interpretaba esa canción, que era un poema al llano venezolano, era nada más y nada menos que el cantautor Antonio Heredia, también portugueseño como el Dr. La Riva Contreras. Recordar “La luna en el sendero me iluminaba, y en el fondo del caño se reflejaba, recordando tus ojos que me miraban, que me miraban y aquellas notas tristes de tu canción”. Y lo que identifica el llano “Llanero que amanece pasillaneando, a lomo de caballo caracoleando, caracoleando, rebaños de ganado que van pasando que van pasando como paso las horas junto al recuerdo con la ilusión”. Como no recordar el San Miguel de Tucumán en el verano de 1971; Tucumán es la Provincia cantada por los poetas, la llamarón edén americano, jardín de la república, cuna de la independencia, la Bélgica Argentina, corazón de la patria, sepulcro de la tiranía.
He vivido situaciones inolvidables que forman parte de mi vida y que mi memoria mantiene intactas. “Vivir es aprender”. La vida nos enseña a través de experiencias agradables o desagradables, creo que he vivido de todo. Volver al pasado por medio de la memoria, que paradoja, tuve que tomar bastante “Fitina” que era un reconstituyente para el cerebro, porque mi memoria era un “caos”, no podía recordar nada. El Dr. La Riva, estaba considerado dentro de los poetas portugueseños (Guanarito), con gran aporte a la cultura llanera. Era amigo personal de Pedro Infante, el charro cantor mexicano que murió en 1957; tenía muchos regalos en su casa, la discografía completa de Pedro Infante, sombreros de charros y todo lo que usa un charro mexicano. Cuando uno iba llegando a Guanare procedente de Acarigua, había unos cerros que le daban la bienvenida al viajero, allí el Dr. La Riva construyo un castillo a la usanza de los castillos mexicanos, todos allí lo llamaban el “Castillo de Frankenstein”. Al Dr. La Riva y a su Sobrino, una vez que salí del llano en julio de 1980 no los he vuelto a ver; los recordare siempre. “Solo escribiré sobre una experiencia cumplida”.
Blog Hoja 26


Comentarios

Entradas populares de este blog

Aquellos Años (1968-1977)…Historias no contadas de la UNEFM

Aquellos Años (1960-1962)…Mi trayectoria escolar en el Liceo Cecilio Acosta, Coro, Estado Falcón, Venezuela (I)

Aquellos Años (1968-1977)…Historias no contadas de la UNEFM