Aquellos Años (2015–2019) … Soy migrante en tierras ecuatorianas


Populismo del Siglo XXI
Populismo sinónimo de Corrupción
La experiencia venezolana
(Reseña 1ra. Parte)
¡Les contaré una historia (16)!


En América Latina, amigo Juan Pueblo, hemos visto como los gobiernos populistas, caso de Argentina (Kichner), Brasil (Lula), Nicaragua (Ortega), Bolivia (Evo), Ecuador (Correa) y Venezuela (Chávez/Maduro), le han hecho daño al pueblo. El populismo se ha expandido tanto, como si fuera una especie de plaga, el problema está cómo combatirla. ¿Cómo es que se ha expandido tanto? Existe una amenaza real hacia nuestros países y hacia nuestras democracias. Hay una pregunta clave, que tenemos que hacernos, pero, ¿qué quiere decir “populismo”? Trataremos contestar esta y muchas otras preguntas sobre el tema.
¡Que suba el telón!
-      Veamos Juan Pueblo, el significado de populismo, hagámonos la siguiente pregunta, para introducirnos en un mundo de totalitarismo, corrupción y miseria: ¡Qué es populismo?
Hay una definición, actualizada el 25/01/2019, que aparece en el portal web https://www.significados.com/populismo, que establece lo siguiente: “Se entiende por populismo una postura política que busca, a través de diversas estrategias, el apoyo y consentimiento de las clases populares. Sin embargo, el término populismo es considerado mucho más amplio y complejo de definir”.
Esto se debe a que se denomina como “populismo” a diversas realidades, propuestas y estrategias políticas, económicas, sociales y culturales, que proponen defender los intereses generales de la sociedad a fin de alcanzar el bienestar común de los ciudadanos.
Estas propuestas pueden derivar tanto de representantes de partidos políticos de derecha, ultraderecha o de izquierda. De allí que, como tal, no existe un movimiento político autoproclamado como populista, ya que esta postura puede surgir de cualquier tipo de agrupación política.
En este sentido, se denomina como populismo todos aquellos fenómenos que atentan en contra de la democracia liberal.
El populismo tiene un sentido negativo porque hace uso de una serie de estrategias que buscan convencer a los ciudadanos, en especial de los sectores populares ya que, generalmente, son los más predominantes.
Para ello, se valen de propuestas falsas (engañosas) sobre la transformación de las bases políticas, económicas y sociales de un país, y de esta manera obtienen el apoyo social que necesitan.
No obstante, esto no ocurre y, por el contrario, los líderes políticos solo buscan saciar su deseo por permanecer en el poder tanto tiempo sea posible.
-      ¡Para aprender! Mira Juan Pueblo, te voy a presentar una síntesis del análisis hecho por Guillermo Hirschfeld, profesor de Derecho y politólogo, Coordinador para el momento de “Programas para América Latina de la Fundación FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, de España). El trabajo titulado: “Populismo del Siglo XXI”, inicialmente presentado en el portal web www.infobae.com, el 07/07/2010, y nuevamente reproducido por el portal web www.eldia.com.bo, el 10 de julio de 2010.
No se puede negar que el denominado socialismo del siglo XXI, que a primera vista podría parecer un esquema populista al uso, constituya un modelo político en cierto modo novedoso. Con el objetivo de quitarle el velo que disfraza de democrático a un sistema con vocación totalitaria, es necesario sistematizar el funcionamiento de esta perversión.
Uno de los rasgos más característicos de esta nueva forma de dominación, cuyos ejemplos más paradigmáticos son los encarnados por las actuales administraciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador, es la siguiente: se utilizan herramientas de la democracia para vaciar de contenido, precisa y paradójicamente, a la propia democracia.
 En primer lugar, en este proceso el caudillo llega al poder mediante elecciones; no hay golpe de Estado. Y este elemento es clave, ya que es constantemente utilizado por el régimen para justificar su legitimidad.
Pero la democracia exige mucho más que la mera celebración de elecciones. Exige Estado de derecho, separación efectiva de poderes, alternancia en el poder, rendición de cuentas, pluralismo y respeto por las minorías. Precisamente estos son algunos de los componentes de la democracia que el régimen se propondrá aniquilar solapadamente bajo el cobijo "democrático". Es decir, en este neopopulismo se captura a la democracia por dentro, desvirtuando su esencia.
Cronológicamente, podríamos decir que este proceso tiene una fase de preparación. Una incubación en donde se abona el terreno para que el caudillo haga su aparición. Esta etapa está caracterizada por el descrédito de los partidos políticos y del sistema político en general.
Una fuerte crisis económica, social y política suele ser el caldo de cultivo para que grupos violentos hagan su aparición disfrazados de espontáneos movimientos sociales que reclaman un cambio. El caudillo es un líder carismático, un outsider que suele no provenir de "la política" y que propone un proyecto refundacional de la república, un volver a empezar de cero para que termine de morir el sistema anterior, que bajo esta lógica fue el culpable de todos los males de la sociedad. En esta instancia es probable que el caudillo oculte la ideología de su proyecto. Las imposturas revolucionarias, socialistas y de izquierda radical vendrán con posterioridad. En esta instancia, se presentará simplemente como la voz de lo nuevo. De algo "nuevo" que viene a terminar con lo "viejo". Esta lógica persistirá durante todo el proceso, y las voces críticas serán muchas veces acalladas so pretexto de pertenecer a aquello que pereció con lo viejo.
En esta etapa, el caudillo utilizará, en su vertiginoso ascenso, un discurso demagógico y esperanzador que, halagando los oídos del pueblo en medio del caos generalizado, le bastará para alzarse con el poder. Una vez obtenida su meta a través de las elecciones, el régimen buscará la creación de un nuevo orden legal que escape al orden jurídico vigente y que esconderá todos los engranajes necesarios para la concentración de poder.
Aprovechando su popularidad, recurrirá a un perverso afán plebiscitario para obtener ésta y cuantas herramientas legales necesite para instrumentar el proyecto totalizador. En medio de la euforia proveniente de la popularidad, el "líder" aprovechará para provocar una fuerte fractura de la sociedad jaleando el odio de clases. Aparecerán, entonces, apuntados por el dedo del poder, los enemigos de la revolución, los enemigos de lo "nuevo".
Este trabajo del profesor Guillermo Hirschfeld, amigo Juan Pueblo, nos hace una radiografía de la situación del “populismo” en Venezuela, pero de este trabajo falta lo más importante, por respeto al autor, te invito a visitar la página web y leerlo, se trata de “Trileros al desnudo”, recomiendo rumiarlo con detenimiento.
¡La gente no habla de esto! ¡No puede ser! Los problemas del país continúan acrecentándose ante la mirada indolente, incapaz e inepta de la narcotiranía. Bien nefasto estos veinte años de gobierno socialista, que en mala hora ha gobernado a Venezuela.
-      ¡Ver para creer! Amigo Juan Pueblo, la discusión sobre “populismo”, nos lleva a recordar que la primera elección de Chávez en 1998 fue impulsada por el populismo. Su mensaje era que los problemas del país eran provocados por élites poco democráticas que no respondían a las necesidades del pueblo.
-      ¡No puede ser! Hasta donde llega la ingenuidad de un pueblo, convertido ahora en mendigo. Bueno Juan Pueblo, continuando con nuestro proceso de aprender, hay un artículo publicado el 4 de abril de 2017, en el portal web www.nytimes.conm, cuyos autores son los periodistas Max Fisher y Amanda Taub, titulado: “El ejemplo de Venezuela: cómo el populismo deriva en autoritarismo”, veamos como de traduce esto.
Cuando Hugo Chávez tomó el poder en Venezuela hace casi 20 años, promovió un populismo de izquierda que parecía estar concebido para salvar la democracia. El futuro de Venezuela es una advertencia: el populismo es un camino que, al principio, puede lucir como una democracia. Sin embargo, cuando se lo analiza hasta su conclusión lógica, puede provocar que la democracia se debilite o incluso se convierta en autoritarismo.
El populismo no siempre termina siendo autoritarismo. El colapso venezolano también fue provocado por otros factores como la caída en los precios del petróleo; además, las instituciones democráticas pueden frenar las tendencias más oscuras del populismo.
El país está sintiendo las tensiones fundamentales entre el populismo y la democracia que se observan en todo el mundo. Si no se detienen, estas tensiones pueden crecer hasta que uno de los dos sistemas se imponga. Aunque los países deben elegir qué sistema seguir, la decisión casi nunca se hace conscientemente y puede que sus consecuencias no sean claras sino hasta que es demasiado tarde.
¡Destruyendo el antiguo orden! La ola de furor populista que ayudó a que Chávez asumiera el cargo en las elecciones de 1998 fue impulsada por los reclamos sobre el estado de la democracia venezolana.
Cuando Chávez se hizo presidente, el poder judicial era disfuncional y corrupto. Un reporte de Human Rights Watch encontró que la principal corte administrativa de Venezuela “de hecho había establecido cuotas para resolver distintos tipos de casos”.
Entonces, Chávez se otorgó la autoridad para suspender a los jueces opositores y llenar los tribunales con otros; así destruyó el poder del sistema judicial, que limitaba a su presidencia.
A lo largo de los siguientes años”, según hallazgos del informe de 2008 de Human Rights Watch, “el renovado Tribunal Supremo de Justicia despidió a cientos de jueces y designó a cientos más”.
Según la retórica de Chávez, esto era igual a un sistema judicial que respondiera más a la voluntad y las necesidades del pueblo. Un mensaje que probablemente les gustó a los simpatizantes que lo apoyaban por sus promesas explícitas de acabar con la vieja élite corrupta que detentaba el poder.
¡El populismo siempre estará en conflicto con la democracia! Cas Mudde, un politólogo holandés, escribió en una columna de 2015 para The Guardian que “el populismo es una respuesta democrática no liberal al liberalismo no democrático”.
En otras palabras, Chávez, como otros líderes populistas, les dijo a sus simpatizantes que sus problemas eran causados por élites e instituciones indiferentes y poco democráticas. Un líder fuerte, argumentó, era necesario para derribar las fuerzas oscuras e imponer la voluntad del pueblo. Ese mensaje fue popular, así como sus primeras iniciativas.
Todo eso tiene un precio”, escribió Mudde. Este “extremismo de la mayoría” reformula la democracia no como un proceso negociado con el fin de incluir y servir a todos, sino como una batalla absoluta entre la voluntad popular y quien se oponga a ella… incluyendo a jueces, periodistas, líderes de la oposición o incluso tecnócratas gubernamentales.
Líderes como Chávez, al arraigar su autoridad en la promesa de defender la voluntad popular, “consideran que cualquier institución fuera de su control es un obstáculo que debe superarse o esquivarse”, escribió Weyland.
Esto revela una contradicción entre cómo se percibe la democracia y cómo funciona en realidad.
¡Consolidando el poder del pueblo!  Las tendencias autoritarias del populismo se evidencian en las primeras batallas de Chávez con los sindicatos, a quienes en un principio había prometido “democratizar”.
Los líderes sindicales de Venezuela eran corruptos, argumentó, y no podían proteger los derechos de los trabajadores.
Su gobierno creó un sistema paralelo de sindicatos, mientras acababa con otros en los que tenía menos influencia. Pero esto configuró una dinámica en la que los sindicatos chavistas tenían preferencia y los opositores eran castigados.
Chávez también comenzó a ejercer un control más directo sobre Petróleos de Venezuela (PDVSA), la poderosa compañía estatal que maneja la explotación del crudo venezolano, con lo que consolidó su mensaje que propone devolverle el poder al pueblo.
Sin embargo, cuando los trabajadores de PDVSA organizaron una huelga en 2002, Chávez despidió a más de 18.000 de ellos. Para 2004, su gobierno había comenzado a poner a trabajadores en la lista negra e identificó a las personas que no le eran leales, con lo que excluyó a muchos de ellos de empleos y beneficios gubernamentales.
Eso envió un mensaje aterrador: oponerse al presidente era oponerse a su proyecto de “socialismo bolivariano” en nombre del pueblo. Según esa lógica, la oposición era una amenaza a la libertad.
¡Atajos hacia la democracia! En retrospectiva, estas medidas indicaban que se trataba de autoritarismo; lo que culminó la semana pasada con el intento de amordazar la legislatura, que era uno de los últimos límites del presidente Nicolás Maduro, sucesor de Chávez.
Eso se pudo evitar. Los fuertes límites democráticos a veces pueden resistir a las presiones del populismo y mantener controlados a los líderes. En Italia, por ejemplo, Silvio Berlusconi dejó el cargo con una lluvia de cargos de corrupción, pero con la democracia del país intacta.
Pero casi nunca es obvio qué camino tomará un país, y no solo porque los primeros pasos hacia el autoritarismo a menudo lucen o parecen democráticos.
¡A manera de conclusión! Venezuela es el peor ejemplo del resultado de un gobierno populista, en el que las instituciones se han debilitado tanto que el crimen está desenfrenado, la corrupción es casi generalizada y la calidad de vida ha colapsado. Sin embargo, esas consecuencias son evidentes solo después de que el daño está hecho.
-      ¡Como dice el dicho! Voy a traer a colación amigo Juan Pueblo, la frase “Ley Campoamor” basada en el texto del famoso poema de Ramón Campoamor que dice: “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”, el cual supone una pesimista, pero bella manera de expresar, y admitir lo que ha sucedido en Venezuela en su historia contemporánea. Una pincelada de lo que ha sucedido estos últimos sesenta años con el populismo en nuestro país, lo refleja el trabajo de Manuel Rangel, titulado “Historia del populismo en Venezuela”, publicado el 26 de julio de 2018, en el portal web www.ordenenvenezuela.org, veamos que sucedió.
El Populismo en Venezuela llegó a su colapso total, causando una crisis sin precedentes, y generando la lamentable pérdida de confianza de los venezolanos en sus capacidades y en el potencial de nuestra nación. Para comprender este terrible panorama, y planear el rescate de la nación, es necesario que repasemos cómo inicia y se consolida, el sistema populista en nuestro país.
Derrocado Marcos Pérez Jiménez, los venezolanos bebieron de la ilusión y de las expectativas generadas por los partidos políticos de la época. En 1958, Rómulo Betancourt comienza su mandato y la cruda realidad golpea al venezolano. El nuevo sistema no solamente resultó ser mucho más represor que la dictadura, sino que, además, implantó una nueva concepción de hacer política: El Populismo.
¡Entérate! El populismo nace como un sistema basado en cinco pilares. El primero: la manipulación de los ciudadanos utilizando de manera irresponsable los recursos del Estado otorgando dádivas, que no son más que regalos, a cambio de apoyo electoral para así preservar el poder, considerando ellos el poder como fin, y no como medio para resguardar los intereses nacionales. Segundo: a través del sistema de dádivas, destruir el trabajo productivo y la capacidad creadora de los ciudadanos, mermando así el potencial nacional y originando una población dependiente y sumisa. Tercero: la constante discursiva de prometer más de lo que se puede lograr, generando falsas expectativas. Cuarto: el mantenimiento de un sistema de partidos corruptos donde se recompensa la lealtad al partido, más no a la nación. Finalmente, la falsa concepción de que el venezolano no posee deberes con su nación ni con el resto de sus conciudadanos, anulando de esta manera la responsabilidad cívica, y llevando a toda una nación con tanto potencial como Venezuela, al precipicio.
¿Y por qué Rómulo Betancourt es considerado por los nacionalistas como el padre de la demagogia y el populismo? Betancourt, al aplicar “la redistribución de la renta nacional” convirtió al Estado Venezolano en un gran benefactor al usar la riqueza fácil proveniente de los ingresos petroleros imprudentemente, comenzando el sistema de dádivas a cambio del apoyo electoral.
Lamentablemente, el petróleo ha sido un aliado del populismo. El petróleo nos dio una falsa idea: que el desarrollo, la prosperidad, y la creación de riqueza no provienen del trabajo duro y persistente, sino que se logran de manera fácil, sin realizar los grandes esfuerzos en disciplina administrativa, ahorro, inversión, transformación del medio físico, y producción de todos los sectores del país. En cambio, el padre del populismo optó por el camino más cómodo, repartir los ingresos petroleros generando que el venezolano disminuyera su capacidad de trabajo, y fomentando la corrupción y la haraganería proveniente de la riqueza no trabajada.
El sistema implantado por Betancourt, llegaría a su primera cúspide con Carlos Andrés Pérez, y la primera gran bonanza petrolera que tendría Venezuela. Basado en la indigestión de los ingresos petroleros, CAP, el hijo pródigo de Betancourt, decreta el V Plan de la Nación. Decenas de nuevas e innecesarias instituciones del Estado son creadas, aumentando así la burocracia y el gasto público. El derroche se multiplica y aparece en Venezuela una falsa ilusión de riqueza, la “Venezuela Saudí”. Sin embargo, las deudas adquiridas causan el colapso. El infame Viernes Negro de 1983.
Desafortunadamente, una segunda bonanza, más grande que la primera, permite que Chávez ponga en práctica programas ineficientes de “distribución de la riqueza” los cuales son meras compras de lealtad política a su figura, y lo que es todavía peor, exportó el sistema, regalando nuestros recursos a numerosos países.
Evidentemente, el sistema populista destruyó a Venezuela, llevando a sus ciudadanos a la pobreza material y espiritual, robando la dignidad de millones de venezolanos. Los representantes de la mal llamada oposición tampoco ofrecen un cambio real, ya que usan las mismas tácticas populistas, generando falsas expectativas, y prometiendo más de lo que pueden cumplir, mientras alimentan sus intereses personalistas y partidistas.
Ese derroche irresponsable de los ingresos, repartidos alegremente en programas improvisados que no están enmarcados en un gran proyecto de desarrollo nacional, sino que son realizados con base a la ganancia electoral, le ha costado al país años de estancamiento.
¡Que baje el telón!
¡Un apunte final…!
Al poner el acento en las políticas de bienestar social, en la necesidad de renovar la democracia y atender las necesidades de los excluidos, el populismo puede entenderse como una forma de democracia radical. Sin embargo, el despliegue real en los países Latinoamericanos como Venezuela y Argentina, ha demostrado que el culto a la personalidad, el uso discrecional de los recursos del Estado y la indiferencia a las restricciones propias de la economía, han llevado a esos países a graves crisis económicas, políticas y sociales.
El riesgo mayor del populismo es que la atribución de la representación del pueblo puede convertirse en la excusa perfecta para atacar a los adversarios y destruir las bases del pluralismo y la convivencia democrática.
La ilusión de un pueblo unido que quiere refundar la democracia sobre nuevas bases puede incubar la idea totalitaria de una unidad sin fisuras. Como señala Benjamín Arditi "el populismo puede permanecer dentro de los límites de la democracia, pero también puede llegar al punto en el que ambos entran en conflicto y pueden incluso llegar a tomar caminos separados". (De Opiniones, 13 de agosto de 2016, “El populismo del siglo XXI”, www.eltribuno.com/salta).
This story will continue. 
Pensamiento
«En la América Latina se desarrolló un sistema llamado “Populismo” que otros llaman “Paternalismo Político”. Consiste en hacerle creer al pueblo que tiene derechos de toda clase, y ninguna obligación ni deber; que por el hecho de existir tenemos derecho a todo, pero no estamos obligados a dar nada” (Arturo Uslar Pietri).
Blog Hoja 114
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