Aquellos Años (2015–2019) … Soy migrante en tierras ecuatorianas
Inocencia Vulnerada …
Niños y adolescentes
abandonados a su suerte
¡Niños de la calle!
¡Les contaré una historia (2)!
La tragicomedia que voy a presentar, la viven los niños de la calle, en un
país al norte del sur que muchos lo conocen con el nombre de “Venecuba” o
“Cubazuela”, lo que sucede allí es triste y doloroso, pero lo voy a narrar, les
guste o no.
Da risa, pero a la vez angustia, de ver como en aquellos momentos de 1999,
se hablaba de cicatriz dolorosa, de latigazo y de intolerancia. Se ha criticado
con inclemencia la cuarte república, se ha hablado de años de expoliación y
saqueo. ¡Qué fácil es hablar y criticar! Se hablaba de que cada dos niños
estaban en situación de pobreza o pobreza extrema. ¡Y qué diríamos hoy! Y lo
más indignante, es que se hablaba de que “Los ¡Herodes! de la pobreza, la
enfermedad, la ignorancia y la inseguridad siguen haciendo estragos entre los
más pequeños, los más débiles, mientras las viejas cúpulas se aferran aun al
poder para frenar los cambios que traigan justicia, paz y bienestar a los niños
venezolanos”. Aquí, comienza nuestra historia. ¡Que suba el telón!
Nos volvemos a encontrar con Juan Pueblo, viene descendiendo del Cerro
donde el hambre y la inseguridad hacen su agosto, rodeado de cinturones de
miseria por todas partes. Nos saludamos cordialmente y comenzamos la charla.
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Juan Pueblo, nos habla del drama de los niños abandonados que comen de la basura. Las
calles de la gran ciudad capital están llenas de niños que corren, se ríen, se
bañan en ríos sucios, buscan comida en la basura y también consumen drogas, son
menores de edad abandonados que muestran una de las tantas caras de la severa
crisis económica y social que azota al país petrolero.
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Juan Pueblo, nos comenta que en 1999 a la llegada del “mecías” al poder, se habló que
en el país existían unos ocho millones de personas menores de 15 años, que en
razón de su edad constituían el grupo más vulnerable ante los embates de la
crisis. Sin tener la capacidad de organización y movilización que los califique
como “actores sociales”, no aceptados siquiera como “espectadores” del proceso
económico, los más pequeños asisten al espectáculo de su propio empobrecimiento
en plan de victimas silenciosas.
Que dirían hoy, los que escribieron, fotografiaron y colaboraron con una
obra que, al ver lo que pasa en el país caribeño, donde la vida se ha
convertido en una lucha diaria contra la miseria. Donde, de acuerdo con la
última encuesta sobre condiciones de vida en Venezuela (Encovi), un estudio
coordinado por la Universidad Católica Andrés Bello, 87% de la población
venezolana vivía el año 2017 por debajo del umbral de la pobreza.
El término "niños
de la calle" fue empleado por Hugo
Chávez el mismo día que ganó las elecciones en 1998. Veinte años después el
problema sigue ahí, en la calle, pero ahora profundizado.
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Juan Pueblo comenta, cifras presentadas por El Nacional Web nos hablan de que al menos
1.000 niños se encuentran viviendo en las calles de la gran metrópoli, siendo
la mayoría de ellos huérfanos y dependientes de la voluntad de las personas y
organizaciones que le ofrecen comida.
Los que escribieron esto, como que ya sabían lo que iba a pasar 20 años
después en “revolución”, ya ellos predecían el desastre al criticar lo que
supuestamente pasaba en la cuarta república. De cada cuatro venezolanos, uno es un individuo
menor de edad en situación de marginalidad económica y social. Eso hace
poco más de cinco millones de personas, de los que aproximadamente cuatro
millones son menores de quince años. De ese total, tres millones de niños están
en lo que técnicamente se denomina “situación de abandono”, es decir, inmersos en un
núcleo familiar en pobreza extrema, donde los ingresos familiares sumados son
inferiores al salario mínimo oficial. Cualquier parecido con la realidad
actual, no hay comparación, hoy el país de Juan Pueblo se muere de mengua, y lo
más triste, no tiene dolientes.
Y sigue la descripción de lo que supuestamente se vivía aquellos años, “La
pobreza lleva a la enfermedad, y ésta a la muerte: en nuestro país nacen
alrededor de seiscientos mil niños anualmente, pero no todos llegan a celebrar
su primer cumpleaños. Las estadísticas oficiales revelan un incremento en la
tasa de mortalidad infantil, a pesar de que el avance tecnológico y el mismo
desarrollo social deberían producir una disminución en esta macabra cifra”.
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Juan Pueblo nos comenta, el hambre ha acechado a nuestro país durante años. Pero ahora,
está cobrando una cantidad alarmante de vidas de menores de edad.
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Continúa Juan Pueblo narrando la situación, “la economía
comenzó a colapsar en 2014”. A partir de allí, comenzaron las protestas por
falta de alimentos, se puso difícil la cosa para conseguir suministros básicos,
esto ha ocasionado disturbios, multitudes enfurecidas que saquean, pero creo,
dice Juan Pueblo, esta no es la solución.
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Juan Pueblo con cierto coraje expresa, “las cifras de muertes por desnutrición continúan siendo
un secreto bien guardado por el gobierno; las salas de emergencia de los
hospitales públicos están atiborradas de menores con
desnutrición”. Pareciera que el futuro del país no les interesa a
los gobernantes de turno, será que estamos entregando la soberanía a ciertas
potencias, no sé, digo yo.
Analizando el texto presentado en 1999 nos encontramos, que durante más de
veinte años: en 1967 la tasa de mortalidad infantil fue de 42 (es decir, 42
muertes en menores de un año de edad por cada mil nacimientos vivos), y veinte
años después, en 1987, dicha tasa fue de 24,8; en 1988 se llegó al mínimo
histórico, con 11.867 defunciones, para una tasa de mortalidad infantil de
22,6.
Desde entonces la tasa de
mortalidad infantil no ha hecho más que crecer: en 1989 se registraron 12.976 defunciones en niños menores de un año,
para una tasa de mortalidad de 24.9; en 1990 fueron registradas 14.776 muertes,
para una tasa de mortalidad infantil de 25,5; registros similares tienen los
años 91 y 92; en 1983, la cantidad de muertes registradas en menores de un año
alcanzó los15.148 decesos, para una tasa estimada 25,9.
De los niños que sobrevivieron esos primeros doce meses, 1,2 millones de
niños menores de diez años jamás han tenido control médico de salud, y una
cifra cercana al millón apenas habría tenido acceso a una consulta anual. Uno
de cada cuatro niños menores de seis años sufre en nuestro país de desnutrición
crónica, es decir, han estado expuestos a prolongadas deficiencias
nutricionales, por lo que presentan menos talla que la correspondiente a su
edad.
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Eso no es nada, con lo
que vivimos hoy dice Juan Pueblo: “Caritas ha
declarado la emergencia humanitaria en el país, ante falta de alimentos y
medicinas”. Cerca
de 300 mil niños podrían morir por desnutrición. Semanalmente
mueren entre 5 y 6 niños por desnutrición. La proyección es que 280 mil niños
pueden morir por desnutrición. “La desnutrición infantil grave ha llegado al 15
por ciento en el pasado mes de agosto, por lo que declaramos la emergencia
humanitaria. Y el 33 por ciento de la población infantil ya presenta retardo en
el crecimiento. Este daño, tanto físico como mental, les acompañará toda su
vida, es irreversible”.
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Juan Pueblo nos comenta, recuerdo yo un escrito de Armando Cobas (Barinas), El Nacional
Digital del 31/08/2010 que decía: “De 10.000 niños de la calle que había en
1999 ya no queda uno. Ahora son 10.000 adultos indigentes”. Hay les dejo eso
para que lo rumien.
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Juan Pueblo después de este comentario, un poco serio nos dice: “La mortalidad materna
entre 2006 y 2016 presentó un incremento interanual de 10 por ciento, pero en
el último año se disparó en un 65 por ciento debido al hambre y a la falta de
medicinas y atención médica. Por su parte, la mortalidad infantil ha crecido en
un 25 por ciento cada año debido principalmente a la desnutrición”.
- Lo más grave, se expresa Juan Pueblo: “El problema es que el
régimen que gobierna mantiene oculta la información oficial del Ministerio de
Salud, para no reconocer que la crisis pica y se extiende”.
La organización Cáritas de Venezuela registró hasta abril del año en curso
que la desnutrición en la población infantil del país se ubica en 11,4%, cifra
que supera los estándares internacionales establecidos por la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Caritas atiende a la población más pobre y vulnerable de cuatro estados:
Distrito Capital (Caracas), Vargas, Miranda y Zulia, cuyo déficit nutricional
es de 70 por ciento y el 8 por ciento de los niños presenta una desnutrición
grave.
Según el prólogo del libro publicado por FUNDACOMUN EN 1999, y que nos ha
servido para este dialogo con Juan Pueblo,
también se habla de “otro fantasma acecha a la niñez: el delito. Durante 1997 más de
21 mil niños (exactamente 21.279) fueron asistidos en los centros de
diagnóstico y tratamiento del INAM, por motivos que van desde atraco y
homicidio hasta ingestión de bebidas alcohólicas y prostitución, pasando por
porte ilícito de armas, tenencia de estupefacientes y desvalijamiento de
vehículos, entre otros causales. Durante ese año (el último del que hay
estadísticas disponibles) 1.208 homicidios fueron perpetrados por menores de
edad. Para 1993 el total de menores asistidos por homicidios en estos centros
del INAM fue de 810, lo que evidencia que en sólo cuatro años la participación
de menores en este tipo de delitos se han incrementado en 49%.
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Analizando la situación
del delito que acecha a la niñez, Juan Pueblo nos
comenta una información: “La crisis gubernamental que atraviesa el país ha
incidido no solamente en falta de alimentos y medicamentos, sino que ha dado
fuerza al flagelo de la delincuencia juvenil”.
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Nos comenta Juan Pueblo: “El director del Observatorio Venezolano
de Violencia, Roberto Briceño León, analizó el aumento de delitos cometidos por
menores de edad en el país bolivariano. El fenómeno de violencia protagonizado
por niños es una consecuencia de la “destrucción” de todo lo que es el tejido
social, de todo lo que son las “normas de regulación” de la vida social que se
han destruido durante los gobiernos de la revolución”.
“En el 60% de los delitos que ocurren en el país están involucrados jóvenes
menores de 18 años”, asegura el criminólogo y abogado Fermín Mármol García.
Ellos, quienes probablemente nacieron en plena promulgación de la Lopna,
también agresores, suelen ser mucho menor que la mayoría de sus víctimas.
Pareciera que tienen el poder sobre quienes apuntan con el arma, aunque sea
alzando la mirada y el cañón. La participación de los adolescentes suele estar
involucrada en los actos delictivos o en el encubrimiento posterior de los
hechos. Aunque existan muchas variantes que determinan la colaboración en un
crimen, hay una que predomina y que resulta atractiva para los delincuentes de
mayor prontuario: no existe una pena establecida en el país para un menor de
edad venezolano que supere los cinco años de prisión. “Los niños dan impunidad
al crimen porque son inimputables. Su inocencia e incapacidad de reconocer el
bien y el mal hace que el derecho no los catalogue como infractores. Las bandas
entienden que los niños no pasan por un proceso penal. Son sus escudos”,
acierta Mármol García.
La idea de la legislación promovida en 1998, y reformada en 2015, buscaba
reinsertar a los niños en la sociedad después de haber cometido un delito. De
facto, ha sucedido todo lo contrario: la delincuencia y los mismos menores
encuentran en la “justicia” un escape para poder hacer de las suyas. Se saben
inmunes. Se saben exentos de pena. “En muchos casos, las bandas les entregan
las armas a los adolescentes de la zona, porque ellos no corren el riesgo de
ser revisados o requisados. También sucede que para los chamos el hurto o el
homicidio, les da estatus ante su nuevo grupo de ‘amigos’”.
La mayoría de los conocedores del tema, temen declarar con firmeza que la “nueva generación”
de relevo ha incrementado su participación en los actos delictivos. Incluso, el
abogado Carlos Trapani, comenta que una de las fallas del sistema es no dar las
cifras exactas de menores de edad implicados en actos ilícitos y delictivos. Es
evidente que el número ha subido”, recalca Fermín Mármol García. Las noticias
también hablan: el 2015 ha desbordado información sobre escapes de menores en
los retenes pertinentes.
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Juan Pueblo exclama con rabia, como es posible esto: “En el caso de adolescentes que
tengan 15 años o más, su privativa de libertad no podrá ser menor de un año ni
mayor de cinco años. En el caso de los menores de 14 años, la sanción es de
seis meses a dos años”.
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Juan Pueblo ya molesto, nos dice: “En el 60% de los delitos en el país están
involucrados jóvenes menores de 18 años”. Entonces, cómo vamos a solucionar el
problema con unas leyes blandengues. Hay les dejó esto para reflexionar.
Impunidad, será.
Debilidades en la legislación. “No son niños de la calle, ahora son los
niños de la patria. La frase que resulta contradictoria ante una realidad
palpable: Niños de la patria que andan descalzos, no se sabe de sus padres, ni
de dónde vienen. Son violentos, agresivos, niños a quienes el sistema les ha
robado la infancia”, afirmó Odalis Caldera, comisario jubilada del Cicpc y
fundadora de la División Nacional contra la Violencia a la Mujer y a la
Familia, en 1999.
La ex funcionaria indicó que los niños que han cometido delitos y
permanecen en las calles son víctimas de la ruina moral y descomposición social
en los hogares. “Niños a quienes les ha violado el derecho a la vida sana,
educación, cobijo y alimentación. ¿Y dónde está la Lopnna?, por ello es necesario
hacer una revisión profunda de la legislación en la materia, indagar el
contexto de ese niñito o niñita que mientras otros de su edad están de
vacaciones o en el colegio, este anda descalzo, ha sido maltratado o abusado
por otro adolescente de mayor jerarquía en el grupo y que ha tenido que evadir
el hambre consumiendo alguna sustancia nociva”, aseveró.
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Juan Pueblo, un poco cabizbajo me comenta: que podemos esperar de estos niños
abandonados a su suerte, escriba, denuncie, a ver si alguien se conduele de la
situación der estos muchachos.
Otro de los aspectos que tocaba el prólogo analizado, era: “otra faceta de
esta realidad es señalada por las estimaciones que para 1995 ubicaban en 45 mil
el número de niños y niñas que han caído en las garras de la prostitución.
Esta, como el homicidio y el robo, son “industrias” manejadas por adultos”.
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Juan Pueblo un poco mal encarado, nos comenta: “Es triste y vergonzoso ver la
prostitución de niños y adolescentes en situación de calle a cambio de comida y
de dinero”.
La triste realidad en Venezuela, aumento de la miseria, gente comiendo de
la basura, reaparición de enfermedades crónicas que fueron erradicadas,
pacientes sin medicamentos y niñas pidiendo con vestimentas inapropiada y lo
más doloroso y crítico prostitución infantil.
Cada vez son más los casos en distintos estados que se oyen de niñas
prostituyéndose por, aunque sea, un plato de comida. La escasez de alimentos en
Venezuela se agudiza cada día, al igual que la devaluación del bolívar que
desploma el salario mensual. Aunado a ello, se estima que desde el año 2014
aumentó 4 veces más la desnutrición en los niños venezolanos y por lo menos 65%
de los niños presenta desnutrición.
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Juan Pueblo un poco más calmado, nos dice: “La situación actual del país ha generado un
hambre en la población, a tal punto de ver a niñas y jovencitas llegar a vender
sus cuerpos para poder comprar alimento y así cubrir esta necesidad básica del
ser humano”.
En el informe Mujeres al Límite realizado en 2017 por las organizaciones
Cepaz, Avesa, Mujeres en Línea y Freya se indica que niñas venezolanas de
estados pobres del país son trasladadas a otros estados y sometidas a
servidumbre doméstica, pero también son llevadas a zonas urbanas o a centros
turísticos de países del Caribe con el objeto de ser forzadas a la
prostitución, siendo Aruba, Curazao y Trinidad y Tobago los principales
destinos identificados para la trata y explotación sexual.
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Juan Pueblo indignado habla de las cifras, que para el son alarmantes: “Se calcula que 45.000
niños, niñas y adolescentes en Venezuela practicaban la prostitución infantil en 2015, de acuerdo con el más reciente estudio de la Asociación de Mujeres por el Bienestar y la Atención Recíproca, Ambar, que se dedica a estudiar el tema, sobre el cual el Estado venezolano guarda silencio. Se cree que la cifra aumentó en 2016”.
Fernando Pereira, directivo de Cecodap, ratificó que no existen cifras
oficiales sobre la práctica que viola los derechos humanos de los niños y que
evidencia el estado de indefensión de este rango de población.
Lamentablemente esta tendencia va en aumento, la crisis económica,
política, familiar y social, son factores que determinan en buena medida las
facilidades de grupos delictivos de aprovecharse de esta problemática, buscando
el lucro a través de la prostitución de menores. Sin embargo, hay muchos casos
en donde la acción viene dada por secuestro de menores, engaños, adicción a las
drogas, y en el peor de los casos la venta de niños para esta triste realidad.
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Juan Pueblo nos deja una reflexión: “Carne y sangre vestirán estas páginas que estamos
presentando, con dureza y ternura, todo lo que muchos se han ufanado en la
“Quinta República” de decir: ¡Por Dios, por Bolívar, por nuestros hijos y
nietos que esto debe cambiar, y lo cambiaremos!”.
Que cinismo tan grande, cuando se hablaba de refundar la patria y construir
un país en el que los niños puedan permanecer niños, solo fue una ilusión. No
estaban equivocados los que decían que era imposible construir la República que
viene, la Quinta República. Y juraban en nombre de nuestros niños, en nombre
del futuro, desde la certeza de la victoria del pueblo, con la palabra
poderosa: “Venezuela te vamos a destruir” y lo logramos. ¡Abajo el telón!
Algo para reflexionar
Lo que no debería haber son niños en la calle en un país de tan inmensos
recursos. Un país hasta hace poco atragantado de petrodólares. No debería
haberlos, pero los hay. Siempre están allí, frente a tus ojos, en la ciudad. La
ciudad lo ignora, El ignora a la ciudad. Reacios, ciudad y niños de la calle
aceptarán que se pertenecen más de lo que creen. La ciudad despertó, pero para
él no hay despertar, así despierte. Vivo testimonio de una forma extraña y vil
de sembrar el petróleo. El muchacho de la calle ni siquiera ha podido elegir su
destino. Su mismo habitad, que es la calle, le fue impuesto. Esa es la vida:
sobrevivencia y sobresalto. En su propia tierra, él es el extranjero, el
extraño, el excluido. Finalmente dormir y olvidar, si se puede, mañana será
otro día.
Blog Hoja 097
Es bueno poner el énfasis en que Chávez, cuando fue presidente juró que se cambiaría el nombre si todavía habían niños en las calles venezolanas...Y a pesar de que incrementó las cifras, murió con el mismo nombre
ResponderEliminarGracias por tú comentario amigo, seguiremos escribiendo.
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