(Aquellos Años 2000-2009)...Relatos cortos de gente de mi pueblo (III)
¡La Muerte
de un Niño Pescador…!
Era una hermosa y cálida mañana de febrero. El
sol inclinado en el naciente, ascendía en un cielo azul de un brillo, y,
suavidad que se confundía con la profundidad del mar, allá a lo lejos. En comunidades
como éstas, el sueño de muchos niños de edad escolar es poder ser como su
padre, pescador. Esta es la historia de un niño de Ocorote comunidad aledaña a
Río Seco, lo conocí un diciembre cuando repartíamos los juguetes a los niños
pobres en Codore de la Playa un pueblo de pescadores pegadito, pegadito a
Ocorote, para ellos no habían quedado regalos, note en su semblante tristeza y
cómo si quisiera llorar, les prometí que para enero les traeríamos lo
prometido. Llegando el año nuevo, al primer viaje que hicimos trajimos los
regalos, ¡Oh, cuánta felicidad por nada! La vida continúa, un día, llegando a
casa de otro de los amigos que tenemos en la comarca, el recibimiento fue, sabe
quién murió, Leonardito, así se llamaba el chiquelo. ¡Cómo va a ser! ¡Qué
pasó!, algo grave para esa humilde familia. El padre había llegado esa mañana
de su faena de la semana, su hijo Leonardito salió a recibirlo y ayudar a
descargar lo poco que se había conseguido, la pesca no había sido buena. Su
padre lo llama, para que viniera a casa, el niño inquieto le dice, papá mi tía
viene hoy y le prometí que le guardaría pescado. Voy a tirar el anzuelo para
ver que le guardo. Está bien, con mucho cuidado; la lancha quedaba en el agua a
unos cuantos metros de la orilla, Leonardito encaramado en todo el filo de la
lancha a estribor, niños acostumbrados a mantener el equilibrio pescaba
tranquilamente. Pero la vida le jugaría una mala jugada, de pronto, ¡Uh!,
Leonardito caía al agua, se había desmayado. “El hambre, la pobreza, la mala
alimentación, la exclusión social habían acabado con él”. Su padre se acuerda,
le dice a su mujer, asómate, Leonardito se quedo en la lancha. ¡Ahí no hay
nadie!, que pasará. El niño había caído sin sentido al agua y se había ahogado.
Su padre triste, con lagrimas que salían de sus ojos curtidos por la sal y el
viento, corría hasta la orilla del mar, pidiendo a Dios que bendijera el mar y
a todos los seres que viven en él. Se habían llevado a Leonardito, su alma
viajaba junto a la sirenita que cantaba, los peces subían de las profundidades
para oírla y aquí en la tierra dolor y desesperación quedaba en su familia.
Leonardito fue la primera expresión de ese amor. Un pequeño cuyo cuerpo creció
demasiado rápido para una mente que ya se sentía parte de los adultos. Un
cuerpo de niño que lo tenía atrapado en una mente de adulto. Su mente iba más
rápido de lo que sus manos podían hacer. Qué tristeza embargo a aquella
comunidad de pescadores esa mañana, que impotentes no podían hacer nada. Me
sentí triste, no había podido cumplir con lo prometido, entregar los regalos a
Leonardito. Otro niño disfrutaría de ellos. Estos son los ángeles que Dios se
lleva temprano al cielo, los pescadores de Ocorote tienen en Leonardito su
ángel guardián. “En el fondo de mi pecho tengo penas, y muy grandes; unas las
saben los hombres, otras solo Dios las sabe” (A. de Trueba).
Blog Hoja
043
Me hizo recordar, se me erizo la piel.¡ Cuantas cosas pasaron en esos días!
ResponderEliminar